Una vez que el animal sale del quirófano gran parte de nuestra labor será continuar con las actividades de control del dolor, monitorización de las constantes cardiorrespiratorias y administración de fluidos y medicamentos que ya se hubieran iniciado en el periodo pre o intraoperatorio, pero adaptándolo a las circunstancias de nuestro paciente para obtener una recuperación apropiada.

La primera fase a tener en cuenta será la recuperación anestésica. La recuperación de la consciencia por parte del paciente debe ser progresiva, lo más suave posible y en un ambiente libre de estrés.

El animal debe permanecer controlado en el periodo de recuperación. Debemos continuar con la monitorización de las constantes del paciente (frecuencia cardiaca y respiratoria, presiones, temperatura…).

Habitualmente los pacientes salen del quirófano con hipotermia, a pesar de las medidas que hayamos podido instaurar para evitarlo en el quirófano. La hipotermia ralentiza la metabolización de los medicamentos administrados y prolonga las recuperaciones de los pacientes, con lo que debemos estar más pendientes de ellos en éstas primeras fases. Nos auxiliaremos en incubadoras, secadores, guantes… para recuperar la temperatura del paciente.

El control hemodinámico periódico del paciente nos permite detectar o controlar la presencia de alteraciones hemodinámicas como taqui/bradicardias o hiper/hipotensión que pueden requerir tratamiento.

Tanto las fases de inducción como de recuperación anestésica son momentos de gran demanda de oxígeno por parte del paciente. Si a eso se añade que el paciente pueda tener alguna patología que reduzca su capacidad pulmonar o disminuya la oxigenación tisular, se pueden producir importantes alteraciones en la recuperación relacionadas con una perfusión y oxigenación inapropiadas. Por ello, en algunos pacientes deberemos aportar un suplemento de oxigeno durante el periodo postoperatorio con cámaras de oxígeno, incubadoras, gafas nasales…

Un punto fundamental del postoperatorio, especialmente en las primeras horas desde la finalización de la intervención, es el control del dolor del paciente. Dado que el dolor tiene un componente de subjetividad importante y que la propia valoración en veterinaria es compleja por la ausencia de respuesta verbal, se hace necesario emplear escalas comportamentales completas que den una información más objetiva. Más allá de continuar con muchas de las opciones analgésicas empleadas en el periodo intraoperatorio siempre debemos adaptar las posologías y las estrategias a la situación del paciente en el postoperatorio, en el que incluiremos alternativas especialmente pensadas para este periodo:

  • AINEs
  • Paracetamol
  • Opiáceos parciales
  • Tramadol
  • Infusiones (CRI)

La pauta de fluidoterapia se deberá adaptar a las necesidades del paciente. Los animales salientes de una anestesia suelen tener el pH ligeramente ácidos con lo que el empleo de Ringer Lactato en primera instancia suele ser una opción válida. Sin embargo, si nuestro paciente permanece hospitalizado varios días los fluidos más recomendables son los isotónicos de mantenimiento, además debemos tener en cuenta que es frecuente que algunos de estos fluidos tengan que suplementarse para corregir desequilibrios electrolíticos del animal. Posteriormente, una vez el paciente se haya recuperado favorablemente, estaremos pendientes de introducir una pauta de agua y alimentación.